domingo, 16 de septiembre de 2012

Vemos el restaurante La Tienda

La belleza, circunscrita en el ADN del sitio, ha sido ampliamente descrita a lo largo y ancho de varios artículos en esa columna. Bajo unos implacables 35º vespertinos iniciamos nuestro reportaje, aunque en ese oasis de verdor y hospitalidad relajada que es la urbanización La Virginia, serán más soportables. Otro apetecible lujo para darse un gustazo en la mítica terraza sombreada del Restaurante La Tienda.

En ese antiguo comercio marbellí de comestibles básicos que cedió su nombre al mítico restaurante, se sirven desde hace cuatro décadas unos platos deliciosos al aire libre o en su interiorismo de tonos cálidos puntuado de art deco y muebles antiguos.

La cocina, bajo la sabrosa batuta de un benefactor de la humanidad (golosa), el malagueño y cosmopolita Nacho Souviron, se declina en sólidas y equilibradas propuestas, sin afán de deslumbrar, despojada de pomposidad, fiorituras insólitas o inverosimiles fusiones culinarias caras, pretenciosas e inútiles. Simplemente, ostenta un armónico carácter clásico, de gran naturalidad, aderezado por toques contemporáneos, amoldado a los paladares de sus comensales trotamundos enamorados de sabores mediterráneos, hambrientos de bocados gastronómicos de alta calidad y sedientes de fragancias del terruño.

Así las entradas de rigurosa temporada con alto sabor local (salmorejo cordobés, ajoblanco malagueño con melón) completadas por acertadísimos aportes propios (el maravilloso paté casero con salsa de vino dulce de Málaga, un reclamado/aclamado gazpacho de remolacha con langostinos aderezado de caramelo de Módena, de bellísima y apetitosa cromática).

El apartado "Principales" es puro reflejo de las sumas habilidades de ese jefe cocinero afable, respetuoso de los tiempos y sabores, forofo de los productos locales amorosamente preparados en su diminuto laboratorio, apoyado por un equipo de tres personas y una red de proveedores cuidadosamente seleccionados.

El resultado es una cocina comprensible, simple y sabrosa, elaborada con sumo cuidado, respetando y exaltando la materia prima. En eso consiste la magia y el talento de Nacho.  Pasen y vean: un exacto lomo de atún a la plancha con caramelizado de cebolla de perfecta cocción, un bien conjuntado salmón al horno con salteado de calabacín y salsa de alcaparras, el delicioso rape rematado de salsa de piquillo, la sorprendente presa de ibérico con crema de garbanzos, crujiente confit de pato con sutil aditamento de puerros y orejones con salsa de cítrico, cuidadísimo solomillo a la ternera con salsa de trufas, entrecote de ternera con dúo de papas arrugás y mojo picón. Las raciones son copiosas, los precios estudiadísimos, los platos sin trampa ni cartón, las composiciones estéticas acertadísimas, la vajilla coqueta y el servicio ágil.

Del mercado se encarga personalmente Nacho y de la repostería una vecina apasionada por el tema, Clara Revuelta. El resultado, más casero imposible y de pura dulzura, está, palabra de gourmands, para siempre grabado en nuestras memorias: el aéreo Tiramisú, una liviandad de mullida crema de leche frita con alma de canela, la tersura de una tarta de chocolate y la exactitud de un delicado mús de arroz con leche, cuyas suavidades retrotraen a antañeras dulzuras infantiles. La carta de vinos refleja las excelencias de los caldos españoles e internacionales y los cócteles, la virtuosidad de sus autores.

Resulta imprescindible reservar, siendo La Tienda  siempre a rebosar. Lógico, incluso en plena tormenta económica, ya que en el fondo y las formas, seriedad, honestidad y suculencias elegantes siguen siendo los acertados hilos conductores de ese excepcional restaurante cuyo techo son las estrellas y los socios, los refinados Fernanda y Alejandro Dogan.

Restaurante en Marbella La Tienda
Calle La Tienda, 1 - La Virginia
29602 Marbella

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